Hna. Judith Castillo: “El Año de la Vida Consagrada fue positivo y nos compromete con los más pobres” en Venezuela


Durante la clausura en Caracas, se conoció que varias congregaciones religiosas participan en la Casa de Acogida “Padre Machado” de El Valle, atendiendo a personas de extrema pobreza

Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic

Caracas, 03 de febrero de 2016.- El Año de la Vida Consagrada convocado por el Papa Francisco desde el 30 de noviembre de 2014 y que culminó este 2 de febrero con una eucaristía en Roma, también tuvo su expresión en Venezuela, y después de intensos momentos de reflexión y compromisos personales y comunitarios asumidos, clausuró con un congreso el pasado 30 de enero, en el colegio “Santa Teresita de Niño Jesús” de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, en Caracas.
¿Qué deja el Año de la Vida Consagrada en Venezuela?

La Hermana Judith Castillo (Superiora de las Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús), y presidenta de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Venezuela (CONVER), dijo que el Año de Vida Consagrada fue positivo.

Los religiosos y religiosas nos hemos sentido muy motivados para experimentar un cambio profundo en nuestras vidas”, dijo al redactor. “Todo ello es consecuencia del llamado que nos hizo el Papa Francisco a que profundicemos nuestra consagración, y a que vivamos de una manera alegre, honesta, sencilla y radical los compromisos propios de esa entrega a Dios”.

Refirió que este año ha tenido mucha importancia en cada uno de ellos y en sus congregaciones. “Hay un mensaje central que nos ha marcado: el Santo Padre nos envía a trabajar entre los más pobres”, explicó la Hermana Judith. “El Papa nos pide que la vida consagrada sea pobre porque damos una imagen de que somos ricos, que tenemos grandes colegios, buenos carros”, agregó.

Considera que el mensaje y testimonio de Francisco, “nos pide, nos impulsa a que el mundo nos vea, ‘que hagamos lío’, pero estando presentes entre los pobres. Por eso, muchas comunidades religiosas han sentido este llamado como una manera de salir al encuentro con el hermano”.

Casa de Acogida, una experiencia inter congregacional




Entre los compromisos expresados durante la exposición de la Hermana Judith Castillo, se conoció la experiencia inter congregacional, pero también habló de fortalecer los vínculos de comunión y comunicación. “Tenemos que actualizar nuestros datos, saber dónde estamos, cuántos somos y qué hacemos porque cada vez hay más congregaciones y comunidades, o se generan las rotaciones y a veces las desconocemos”.

Explicó que entre los compromisos inter congregacionales asumidos en Caracas, está la Casa de Acogida y Rehabilitación “Padre Machado”, que anteriormente era un ancianato de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, ubicada en El Valle. “En Caracas hay más de dos mil personas en situación de indigencia”, dijo Castillo.

Distintas congregaciones religiosas van a las plazas públicas a compartir con los más necesitados, llevándoles comidas y medicamentos, además de la atención espiritual. Luego, las personas que están en situación de calle y con acentuados problemas de drogadicción y alcoholismo, son invitadas a esta casa de acogida donde son atendidas de manera integral”, aseguró.

Rostros del Cristo Sufriente

Gerardo Escorcha (Seminarista de la Congregación de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús), trabaja en esta Casa de Acogida, integrado junto a otros miembros de varias comunidades: Compasionistas, Franciscanas, Hermanitas de los pobres y Dehonianos, pero formuló la invitación a otras congregaciones “para que también se sumen”.

Informó que por ahora solamente atienden a varones en situación extrema: “En cada una de estas personas que atendemos, vemos reflejado a Cristo”, indicó en la asamblea. “La experiencia nos enseña que nosotros también estamos necesitados de Dios; y desde esa mano amiga les ayudamos, vestimos, damos comida, y les enseñamos a comprender que Cristo vive en ellos, que son el rostro vivo y sufriente de Cristo”.

Etapas de la rehabilitación. Escorcha destacó que tienen atención ambulatoria (tres días a la semana) e interna para quienes hayan perseverado contando con ayuda social, médica, sicológica y espiritual. Los internos cumplen tres etapas para su rehabilitación.

La primera es el “camino de iniciación”, recibiendo atención especializada durante tres o cuatro meses; el segundo es el “camino de la transformación”, en el que asumen varias responsabilidades, con duración de siete meses; y el tercero es el “camino de la culminación”.

Religiosos deben salir a buscar al prójimo


Durante el encuentro, el padre Aturo Peraza (Provincial de los Jesuitas en Venezuela), habló del ícono de meditación propuesto para los próximos tres años por la Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosas y Religiosas (CLAR): “La visitación de María a su prima Isabel”.

El sacerdote jesuita explicó que “María recibe el anuncio de la misión del Señor y sale al servicio y al encuentro”. Y comparó este episodio en la vida de la Virgen con la “actitud de salida” al que ha llamado el Papa Francisco “para entrar como Iglesia”.

María no espera que Isabel la llame, sino que sale a buscarla. Esta actitud de estar atentos al servicio de los demás, implica saber estar y acompañar”, dijo el jesuita.



Al concluir su exposición intervinieron varios religiosos y religiosas, siempre en tono de fomentar esos caminos que coinciden en el trabajo evangelizador, y en el compromiso de seguir practicando la misericordia entre los más necesitados.

Cabe indicar que esta jornada contó con la animación musical de un grupo de religiosas, cuya alegría inundó tanto el colegio “Santa Teresita de Niño Jesús” como el Templo de “Las Mercedes”. Finalizó con una caminata que partió desde el colegio hasta la Iglesia, donde con una oración comunitaria, los religiosos y religiosas de Caracas, renovaron sus compromisos de entrega a Dios en la Vida Consagrada.

Rema mar adentro y echar las redes para pescar


El cardenal Jorge Urosa Savino presidió la misa de clausura en la Iglesia de “Las Mercedes” que administran los Hermanos Menores Capuchinos, contando con la asistencia del superior de la congregación, Fray Mario Salgueiro y del rector del templo, Fray Jorge Gonzalo. También asistieron monseñor Jesús González de Zárate, obispo auxiliar de Caracas; el padre Arturo Peraza, provincial de los Jesuitas en Venezuela; Henery Kristen de los padres paúles; y el padre dominico, Oswaldo Montilla, entre otros.

El arzobispo de Caracas mostró su esperanza de que “para los ya consagrados y quienes se preparan” para entregarse al servicio de Dios y de la Iglesia, haya sido un tiempo de reafirmación de la alegría del Evangelio, de seguir y amar a Jesús, como el primer y único amor.  

“Ha sido un tiempo precioso, durante el cual los fieles cristianos, guiados por sus obispos, y en particular los miembros de los institutos de vida consagrada, han reflexionado sobre ese inmenso tesoro de la Iglesia, que es el maravilloso carisma de consagración a Dios en los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad, en la vivencia de la fraternidad eclesial de la vida comunitaria”, expresó.

¿Se Cumplieron los objetivos?

En clave de reflexión, destacó la necesidad de hacer una sincera evaluación personal y comunitaria sobre el cumplimiento de las metas trazadas sobre este tema por el Santo Padre. “¿Cumplimos los objetivos?”, preguntó durante su homilía, destacando, además, que este Año “ha sido para que los consagrados reafirmen el deseo, la determinación firme de estar con El (Mc 3,14), como invitó Jesús a sus discípulos: a conocerlo amarlo, seguirlo, a imitarlo, a vivir como Él”.

“El Señor nos ha invitado a todos los consagrados –obispos presbíteros y diáconos somos también consagrados – a abrazar el futuro con esperanza y confianza, porque sabemos que firmemente basados en la palabra de Dios, echaremos las redes y tendremos muchos frutos”, sostuvo.

Hizo un llamado a los superiores y responsables de los institutos de vida consagrada y a la directiva de la CONVER, a impulsar con gran confianza y entusiasmo, una intensa y sistemática pastoral vocacional. 

“A pesar de los problemas que confrontamos, a pesar de la escasez actual de vocaciones o más bien, por eso mismo, hemos de redoblar nuestros esfuerzos para invitar y proponer a jóvenes valiosos y generosos la vida consagrada y sacerdotal como un camino espléndido de realización personal”, indicó.

El cardenal Urosa comparó la situación actual de la Iglesia en Venezuela, con “la penuria de personal religioso y sacerdotal” que se vivió en el siglo XIX. “Hoy estamos en mejor situación que entonces. ¿Tenemos problemas? Sí, y hay que superarlos”, dijo.

Se trata “de ver las causas de la escasez, dejar a un lado el pesimismo y la tibieza religiosa, volver a los carismas y al empuje inicial, al primer amor, y vivir a fondo nuestra consagración al Señor y a la evangelización y santificación de nuestros hermanos”, aseguró, repitiendo una frase del Evangelio de San Lucas que ha sido su bandera de trabajo vocacional: “Rema mar adentro, y echen las redes para pescar”. A CONTINUACIÓN LA HOMILÍA DEL CARDENAL UROSA:

¡REMA MAR ADENTRO!
Homilía en la clausura del Año de la Vida Consagrada
Iglesia de N. Sra de las Mercedes,
30 de enero de 2016
+Jorge Urosa Savino, Cardenal Arzobispo de Caracas
Por feliz iniciativa del Santo Padre Francisco, desde el 30 de noviembre del Año 2014 la Iglesia en Caracas, en Venezuela y en el mundo entero,  ha celebrado el Año de la Vida Consagrada. Ha sido un tiempo precioso, durante el cual los fieles cristianos, guiados por sus obispos, y en particular los miembros de los institutos de vida consagrada, han reflexionado sobre ese inmenso tesoro de la Iglesia, que es el maravilloso carisma de consagración a Dios en los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad, en la vivencia de la fraternidad  eclesial de la vida comunitaria.
¿CUMPLIMOS LOS OBJETIVOS?
Ha sido un tiempo propicio para agradecer a Dios los dones derramados sobre la Iglesia a través de los siglos gracias a esa inmensa cantidad de hombres y mujeres que, atendiendo el llamado de Jesús, lo han seguido de manera más estrecha y cercana para ser, como El, “luz para alumbrar a las naciones” (Lc 2,32).Y muy en concreto, para iluminar a nuestra querida Venezuela. Valorando el pasado, la historia del inmenso torrente de gracia concedido por Dios a su Iglesia a través de los consagrados, durante este año hemos visto también el tiempo presente, para reafirmar con pasión la voluntad de seguir a Cristo con dulce y firme afecto, dejándonos interpelar por su Evangelio para saber si es Jesús nuestro primer y único amor. Así explicaba el Papa Francisco los objetivos de este Año. Y proseguía diciendo: y “abrazar, el futuro con esperanza y confianza. (1).
Sí mis queridos hermanos, con esperanza y confianza, tal como hicieron los apóstoles en el lago de Galilea con abundantes frutos, al obedecer a Jesús que les dijo: “Rema mar adentro, y echen las redes para pescar” (Cfr. Lc 5, 1-11)
Es bueno hacer una sincera evaluación personal y comunitaria sobre el cumplimiento de los objetivos trazados por el Santo Padre. Esperamos que para los ya consagrados y para los jóvenes que se preparan para asumir esa bellísima existencia religiosa, este año haya sido realmente de reafirmación de la alegría del Evangelio, de seguir y amar a Jesús, como el primer y único amor. Y que para todos nosotros, obispos, sacerdotes y fieles, haya sido un año para apreciar mejor la grandeza y el bien inmenso que significa para toda la Iglesia la Vida consagrada. De hecho, en Caracas, los Obispos y sacerdotes hemos asumido la llamada del Papa Francisco cuando nos dijo: “invito a los Pastores de las Iglesias particulares a una solicitud especial para promover en sus comunidades los distintos carismas, sean históricos, sean carismas nuevos, sosteniendo, animando, ayudando en el discernimiento, haciéndose cercanos con ternura y amor a las situaciones de dolor y debilidad en las que puedan encontrarse algunos consagrados y, en especial, iluminando con su enseñanza al Pueblo de Dios el valor de la vida consagrada,  para hacer brillar su belleza y santidad en la Iglesia.” (2)
Este Año ha sido para que los consagrados reafirmen el deseo, la determinación firme de estar con El (Mc 3,14), como invitó Jesús a sus discípulos: a conocerlo amarlo, seguirlo, a imitarlo, a vivir como El. Seguir a Cristo en la entrega total al Padre celestial, imitarlo teniendo sus mismos sentimientos, para lo cual nos entregamos al Señor y a su Iglesia en castidad, pobreza y obediencia. Acerca de esta invitación a estar con Jesús, el documento de Aparecida – cuya Comisión de redacción estuvo presidida por el Cardenal Bergoglio- nos dice: “En la actualidad de América Latina y El Caribe, la vida consagrada está llamada a ser una vida discipular, apasionada por Jesús camino al Padre misericordioso, por lo mismo, de carácter profundamente místico y comunitario. Está llamada a ser una vida misionera, apasionada por el anuncio de Jesús-verdad del Padre, por lo mismo, radicalmente profética, capaz de mostrar a la luz de Cristo las sombras del mundo actual y los senderos de vida nueva…Y (una vida) al servicio del mundo, apasionada por Jesús, vida del Padre, que se hace presente en los más pequeños y en los últimos a quienes sirve desde el propio carisma y espiritualidad. (220)
Jesús nos llamó para estar con El y para enviarnos a predicar (Cf. Mc3, 14). Así fue la vocación de los primeros discípulos A anunciar nuestra fe. A ser misioneros de Jesús. Se trata de nuestra misión apostólica, evangelizadora, que Ustedes han querido asumir en la vida consagrada. Ser mensajeros, heraldos, embajadores de Jesucristo, con la opción preferencial por los pobres. ¡Qué honor, que privilegio, qué responsabilidad! Recordemos las palabras de San Pablo en su 2º Carta a Timoteo: “Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta con toda comprensión y pedagogía”  (2 Tim 4, 1-2).
ABRAZAR EL FUTURO CON ESPERANZA Y CONFIANZA
Durante este año el Señor nos ha invitado a todos los consagrados –obispos presbíteros y diáconos somos también consagrados – a abrazar el futuro con esperanza y confianza, porque sabemos que firmemente basados en la palabra de Dios, echaremos las redes y tendremos muchos frutos.
En esta línea yo quisiera - y este es un tema muy importante- invitar a todos mis hermanos de la Institutos de vida consagrada, especialmente a los superiores y responsables en Venezuela, y a la Directiva de la Conver, a impulsar con gran confianza, con entusiasmo, una intensa y sistemática pastoral vocacional. A pesar de los problemas que confrontamos, a pesar de la escasez actual de vocaciones o más bien, por eso mismo, hemos de redoblar nuestros esfuerzos parra invitar y proponer a jóvenes valiosos y generosos la vida consagrada y sacerdotal como un camino espléndido de realización personal.
La Iglesia en Venezuela ha pasado por épocas peores. Pensemos en la penuria de personal religioso y sacerdotal en el siglo XIX, con una Venezuela arrasada por la guerra de la Independencia y por la Guerra Federal Y sin embargo, gracias a la fuerza del Espíritu Santo, y a un puñado de hombres y mujeres providenciales, entusiastas, soñadores, de inmensa fe y confianza en Dios, la Iglesia comenzó a renacer, con el surgimiento de institutos religiosos femeninos, y la venida de Congregaciones europeas. Aquella época dura, terrible, de sequía espiritual, fue superada gracias a la fe ardiente, al entusiasmo, la confianza en Dios y el testimonio de santidad, de auténtica entrega en la virtud y la abnegación, en la vivencia de una caridad viva, por parte de esos hombres y mujeres que encabezaron el resurgimiento de la vida de la Iglesia en la última parte del siglo XIX.
Hoy estamos en mejor situación que entonces. ¿Tenemos problemas? Sí, y hay que superarlos. Se trata simplemente de ver las causas de la escasez, dejar a un lado el pesimismo y la tibieza religiosa, volver a los carismas y al empuje inicial, al primer amor, y vivir a fondo nuestra consagración al Señor y a la evangelización y santificación de nuestros hermanos. “Rema mar adentro, y echen las redes para pescar” (Lc 5, 1-11)
En este sentido los invito a leer de nuevo las luminosas páginas del documento sobre la Vida Consagrada del Concilio Plenario de Venezuela que, además de describir en hermosos términos esa forma de vida cristiana, nos invita a trabajar confiadamente en la pastoral vocacional. Eso sí, siendo realmente ejemplares en la vivencia de nuestra vocación, y siendo exigentes en la formación de los jóvenes que se acercan a nuestras casas en búsqueda de una vida de entrega más estrecha intensa a Dios. A este respecto permítanme leer algunos párrafos de ese documento de nuestro Concilio Plenario:
82. “Las casas de formación están dedicadas a garantizar: una formación adecuada a la realidad actual, lo que supone, entre otras cosas, un cuidadoso discernimiento y un permanente acompañamiento vocacional; la continua purificación de las motivaciones por las cuales se aspira a ser miembro del instituto; el desarrollo equilibrado de la personalidad humana que promueva la capacidad para el esfuerzo prolongado y las entregas para siempre; sin olvidar el equilibrio afectivo, la austeridad y la transparencia, la formación para la fraternidad y el apostolado, en especial entre los pobres y, sobre todo, una profunda formación espiritual que los haga signo y referencia de que Dios sigue entre nosotros”.
110. ¡Ante la comprobación del ingreso de personas no idóneas y de la transferencia de algunos entre instituciones, se debe cuidar mucho más el proceso de selección admisión de los/as aspirantes, poniendo en práctica las indicaciones emanadas de la Iglesia universal y de cada congregación. Se aconseja recurrir a la ayuda sicológica especializada tanto para la selección como para la formación18.
Considero muy importante que en todas nuestras instancias tengamos sumo cuidado en proporcionar una formación de altísima calidad, y evitar condescendencias que sin duda serán negativas para los Institutos, las Diócesis y la Iglesia en general.
CONCLUSION
Sintamos el gozo de nuestra vocación cristiana, religiosa y sacerdotal. Invoquemos la protección maternal de nuestra madre amorosa, María, que fue  feliz por haber vivido a fondo la fe en  nuestro Dios que es Amor, fuente de todo bien y felicidad. Con el Papa Francisco, encomendémonos  a ella, la “Virgen de la escucha y la contemplación, la primera discípula de su amado Hijo, este Año de la Vida Consagrada. A ella, hija predilecta del Padre y revestida de todos los dones de la gracia, nos dirigimos como modelo incomparable de seguimiento en el amor a Dios y en el servicio al prójimo” (3).
Demos gracias a Dios y al Papa Francisco por este Año de la Vida Consagrada, que deberá  animarnos a vivir  cada vez con mayor intensidad nuestra hermosa vocación a glorificar a Dios con la entrega religiosa de nuestras vidas, y en el servicio evangelizador y de caridad a nuestros hermanos, especialmente  a  los más pobres. ¡Rememos mar adentro! con entusiasmo y alegría. ¡Hemos escogido la mejor parte! ¡Y tendremos el ciento por uno en esta vida  y luego  la vida eterna!
1) Papa Francisco, Carta Apostólica sobre el  Año de la Vida Consagrada, Cf. 1,2 y  3
2). Ibid, 5
3).  Ibid.







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