Conoce cómo fue la experiencia misionera de Yulimar Rivas en Mozambique, viaje en el tiempo

¡Finaliza Octubre, el Mes Misionero!

La misión principal de la Iglesia es la Evangelización. Eso significa llevar a la humanidad el mensaje de salvación que los Apóstoles recibieron directamente de Jesucristo

Ramón Antonio Pérez // @GuardianCatolic
Caracas, 30 de octubre de 2021

Este domingo 31 de octubre concluye el mes misionero de la Iglesia católica. En este mes no sólo se motiva el apoyo económico destinado a los territorios en misión a través del Día Mundial de las Misiones -DOMUND- que es el tercer domingo de octubre, también alienta a jóvenes y adultos a llevar el mensaje de Jesús. La misión es permanente.

Hemos querido viajar en el tiempo reciente y traer la experiencia de la profesora Yulimar Rivas, una misionera venezolana que estuvo entre 2014 y 2017 en África como parte de “Misioneros Ad Gentes Virgen de Coromoto”, apuntalada por las Obras Misionales Pontificias y la Conferencia Episcopal Venezolana.

Yulimar junto a Néstor Quintero y Efrén Chirinos cumplieron su servicio y al cabo de su período fueron relevados por OTRO EQUIPO, integrado por Génesis Machado, Yuruanni Guzmán y Alonzo Velásquez. Todos han tenido el mismo entusiasmo misionero en la población de Manje, Diócesis de Tete, en Mozambique, África.

El testimonio de Yulimar y sus compañeros sigue vigente y es enaltecedor no sólo en esta fecha en la que concluye el mes misionero de la Iglesia. Desde estas humildes páginas se les recuerda como una manera de agradecerles por la entrega incondicional de un tiempo de sus vidas en la obra del Señor. 

No está recogida toda la experiencia vivida por Yulimar, pero lo que con ella se logró hablar en su oportunidad es muy alentador. Su experiencia misionera es un testimonio digno de replicar en nuestra Iglesia y en nuestras vidas.

NOTA: Algunas diócesis venezolanas (como la Diócesis de Guarenas en la Catedral de Copacabana, a las 10 de la mañana) cerrarán el mes misionero este domingo 31 de octubre, motivando la colecta y el deseo de que muchos jóvenes y adultos también emprendan un camino para llevar el mensaje de amor y cercanía a muchas almas.  



Yulimar Rivas dijo que el llamado “a salir” que el Papa Francisco hizo durante la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro, la afianzó en su compromiso cristiano

Ramón Antonio Pérez - Aleteia
@GuardianCatolic 
Caracas, 20 de noviembre de 2014

La Iglesia de Venezuela está viviendo una singular experiencia con la puesta en práctica del proyecto Misión Ad Gente, que desde hace siete meses desarrolla en el continente africano, específicamente en la Diócesis de Tete, en Mozambique. 

El plan es tutelado por la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) a través de las Obras Misionales Pontificias (OMP), y para ello realizó el primer envío de cuatro jóvenes misioneros que estarán viviendo esta significativa experiencia hasta el año 2017. 


Fue el 19 de mayo de 2014, cuando el padre Emérito Peña de la Diócesis de Barinas y los jóvenes laicos: Efrén Chirinos, Néstor Quintero y Yulimar Rivas, procedentes de la Arquidiócesis de Coro, Diócesis de Punto Fijo, y Diócesis de San Carlos de El Vigía, respectivamente, fueron enviados con pocos equipajes, con sus biblias, rosarios y mucho entusiasmo hacia el continente africano.

Yulimar Rivas, contactada por el corresponsal de Aleteia, accedió a narrar parte de su trabajo a siete meses del envío. 

Está convencida que el Papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud 2013, en Río de Janeiro, Brasil, afianzó su compromiso de cooperar con la evangelización de los más alejados y pobres.

“El llamado del Papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, su invitación a salir me hizo reafirmar mi compromiso con mi iglesia más allá de las fronteras, con aquellos que aun no conocen a Jesús”, dijo.

Proceso de conversión familiar 


Yulimar es profesora y procede de la Parroquia “Santísimo Sacramento” de Tucaní, en San Carlos de El Vigía. Es la segunda hija de 5 hermanos dentro de una familia que, según refirió, viene de un proceso de conversión. 

Fui la primera en ser llamada a servir hace 10 año para luego ser el instrumento de evangelización que usó Dios para la familia”, dijo. 

“Ahora somos una familia que reza unida, celebra los sacramentos con verdadero sentido y valora las grandezas y maravillas del Señor. Conocimos primero la vida sin Dios y ahora la experimentamos divinamente y no la concebimos fuera de Él”, acota. Dijo que sus padres “aceptaron donar a la única hija que les quedaba soltera en casa para la misión, porque creen en su misericordia”. 

Explicó que su vocación misionera nació gracias a las OMP. “Recibí mi formación con JOVENMISION en animaciones, pascuas, campamentos, escuelas de líder, pero mi pastoral fue con los niños. Cuando conocí la Infancia Misionera me enamoré porque era un trabajo con y para los niños”. 

Se desempeñó durante 9 años como animadora de la infancia misionera; 4 como secretaria diocesana de este servicio y un año como animadora provincial. 

Hasta el último día que estuve en Venezuela fui asesora de mi grupo parroquial de Infancia y Adolescencia Misionera, expuso con entusiasmo.

La realidad de un territorio de misión es otra cosa 


La llegada del equipo misionero a “su tierra prometida”: la ciudad de Tete, Mozambique, ocurrió el 29 de mayo, a las once de la noche. Fueron recibidos por el Obispo de Tete, Don Ignacio Saure, sacerdotes, religiosas (os) y laicos. 

Antes del viaje recibimos mucha información del lugar pero estar aquí y palpar la realidad es otra cosa, dice Yulimar. 

A cada rato me encuentro con personas que por mi color (morena clara) se dirigen a mí y al entablar una conversación consigo que esa persona no es bautizada, que nadie le ha hablado del Reino de Amor y Justicia”.

Además del reto de hablar portugués junto a sus compañeros aprende chinyanja que es una lengua local, pero en la misma provincia existen más de 3 lenguas locales. “Estoy agradecida con mi Dios por todo lo que me da y pido cada día más fortaleza”.

Habló con nostalgia de su familia, amigos y pueblo natal, pero con alegría por el trabajo que realizan en ése país del África austral. “Es verdad que me hacen mucha falta pero estoy alegre (…) Colaboro en la pastoral carcelaria que llevan unas religiosas franciscanas, además de la catequesis que organizan las hermanas vicentinas. También colaboramos en un orfanato que llevan unas religiosas de San José de Cluny”.

En lo que va de noviembre enfrentan nuevos desafíos ya que están visitando el campo de una localidad llamada Manje, en la frontera con Malawi. “Es una nueva misión” porque nunca antes los misioneros estuvieron allí, y “las necesidades son mayores, es un lugar sin servicios básicos mínimos necesarios. No tiene agua potable”.

Lo más alarmante es el Sida


Consultada acerca de si este país está afectado por el Ébola, su respuesta fue tajante: “Aquí lo más alarmante es el sida. En la comunidad donde realizaremos nuestra misión venezolana hay al menos 70 casos de niños infectados del VIH por las madres y son huérfanos. No tienen refugio ni un centro de apoyo. Viven con parientes pero no les dan atenciones. Es otro desafío porque además no hay pre escolar”.

Otra enfermedad muy común es la malaria. “A uno de mis compañeros le dio y es muy fuerte porque descompensa prontamente y da fiebre tan alta que hace delirar”. 

Además, con el carbón y la explotación de minerales “están surgiendo muchas enfermedades respiratorias porque las minas están muy próximas a las comunidades”, indicó.

Mensaje a los jóvenes

Yulimar Rivas dijo que su vocación es misionera laical. “Amo el servicio misionero pero no tengo vocación a la vida consagrada religiosa. Soy una chica que lleva una vida normal como todo joven: muy alegre, me gusta cantar, animar y bailar. Y espero un día a mi regreso consagrar mi vida al matrimonio y tener 3 hijos”.

Indicó que su mensaje es para que los jóvenes vean que ser misionero no es dejar de vivir su vida y abandonar sus proyectos personales de profesión y matrimonio. 

La misión es la respuesta a la invitación que nos hace Jesús a seguir su vocación de ser anunciadores de su Reino de Amor, de Justicia y de Paz, dijo finalmente.





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