Cardenal Urosa clama el cese del derramamiento de sangre en Venezuela

En su mensaje de Año Nuevo, el Arzobispo de Caracas, abordó diversos temas de la realidad venezolana. Uno de sus enfoques estuvo dirigido a pedir por las personas que cumplen condena en las cárceles venezolanas, con especial ahínco para aquellos que están detenidos por razones injustas. “Nos solidarizamos y oramos por los que sufren, en particular con los presos políticos, para quienes solicitamos medidas de gracia”, dijo en su comunicado.
Ramón Antonio Pérez
Caracas, 30 de diciembre de 2011.- El Cardenal Jorge Urosa Savino, hizo un llamado a los venezolanos, en especial a los dirigentes políticos, para que trabajen por la paz en el país durante el año 2012, en un mensaje de Año Nuevo 2012, remitido a los sacerdotes, religiosos y fieles de la Arquidiócesis de Caracas.
En su comunicado exhortó al Consejo Nacional Electoral para que actúe como un “árbitro verdaderamente imparcial”, garantizando las condiciones de igualad, equidad y transparencia, en virtud de que el 2012 será un año en el que elegirán al Presidente de Venezuela y otros importantes cargos.
“Ese llamado es particularmente urgente en este año electoral, cuando se decidirá la dirección suprema del país, de gobernaciones y alcaldías. Es importante que haya una verdadera libertad política y de expresión, que no haya ningún tipo de violencia política”, dice el Cardenal Urosa.
Uno de lo temas abordados por el Cardenal Urosa tiene que ver con la violencia que este año ha cobrado más de 19 mil personas asesinadas en Venezuela, resaltando que las drogas colaboran en el aumento de la violencia y la delincuencia.
“La agresividad tiene su peor expresión en la violencia asesina que hace estragos cada semana entre nosotros, especialmente en Caracas, y que se ha intensificado en las últimas dos semanas. No nos dejemos llevar por la violencia, que proviene del odio, del egoísmo y la soberbia, de la ambición y la lujuria (…) ¡Ya basta de tanto derramamiento de sangre en Caracas y en Venezuela!”, expresó el Arzobispo de Caracas.
A continuación el mensaje íntegro del cardenal Jorge Urosa Savino:
******************************************************
¡FELIZ AÑO 2012!
Mensaje de año nuevo
Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo de Caracas
A los sacerdotes, religiosos y fieles de la Arquidiócesis de Caracas
Comenzamos cada año con grandes anhelos de felicidad que corresponden a nuestra condición humana. En efecto: cada uno de nosotros ha sido creado por Dios nuestro Señor para ser felices. Para eso nos envió a Jesucristo, quien nos enseña que conseguiremos la felicidad si escuchamos y cumplimos su Palabra de Vida eterna (1). Esto significa que si queremos ser felices en este nuevo año y siempre, hemos de seguir a Jesús, Dios encarnado, autor y fuente de la verdadera y auténtica felicidad. Es decir: hemos de vivir con el corazón puesto en Dios nuestro Señor, y hemos de cumplir sus santos mandamientos, que son la vía segura para la felicidad en esta vida y en la vida eterna.
Luchar contra el pecado; luchar contra la violencia
Nuestros anhelos de felicidad se ven obstaculizados, sin embargo, por la presencia del mal en el mundo. El mal que es producto del pecado, de la impiedad, de la indiferencia religiosa, de la adoración del dinero; de una vida licenciosa, sin conciencia o límites morales y sin amor. Una expresión del mal es la agresividad del odio y la ira, que está latente en nuestros corazones. La agresividad tiene su peor expresión en la violencia asesina que hace estragos cada semana entre nosotros, especialmente en Caracas, y que se ha intensificado en las últimas dos semanas. No nos dejemos llevar por la violencia, que proviene del odio, del egoísmo y la soberbia, de la ambición y la lujuria. Hagamos un esfuerzo también para llevar a nuestra convivencia social,- en nuestros hogares en primer lugar, en nuestro vecindario, en nuestra ciudad, en el país -, los valores del entendimiento, del perdón, de la tolerancia, de la bondad, de la generosidad, y del expreso y claro rechazo a la violencia.
Pero también es preciso que se haga una labor intensa, sistemática, enérgica, para evitar la violencia y todos los factores que conducen a la delincuencia. Ya sabemos que ella proviene de múltiples causas: la difícil situación económica, la falta de empleo, la falta de educación sistemática y de capacitación para el trabajo esforzado, sostenido y productivo en una era industrial y electrónica, sumamente tecnificada. Sabemos también que el consumo y tráfico de drogas han incidido en el aumento de la delincuencia y de la violencia en general. Pues bien: tanto los organismos el Estado como los ciudadanos comunes hemos de poner manos a la obra para erradicar las causas de la violencia. Es urgente combatir frontalmente el flagelo de la droga; también hay que desterrar la impunidad tradicional en Venezuela, agravada por una mala aplicación del Código Orgánico Procesal Penal, por lo cual muchísimos delincuentes son dejados en libertad. Por ello hago de nuevo un llamado a los señores fiscales del Ministerio Público y a los señores jueces, para que estén siempre del lado de los buenos ciudadanos, de las víctimas, de la gente buena y sencilla que sufre indefensa el azote de la violencia y de la delincuencia. En este sentido, apoyamos todas las iniciativas, tanto de los poderes del Estado como de organizaciones no gubernamentales, para atacar la violencia y las fuentes de la misma. ¡Ya basta de tanto derramamiento de sangre en Caracas y en Venezuela!
Este año 2012
El 1 de enero la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de la Paz, convocada por el Papa Benedicto XVI para fortalecer en todos los pueblos y naciones el trabajo incesante por la paz. En su Mensaje para este año el Santo Padre nos dice: “Para ser verdaderamente constructores de la paz debemos ser educados en la compasión, la solidaridad, la colaboración, la fraternidad; hemos de ser activos dentro de las comunidades y atentos a despertar las conciencias sobre las cuestiones nacionales e internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al desarrollo y de la resolución de los conflictos. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9) (2).
Estas palabras nos urgen a todos los venezolanos, especialmente a los que están en posiciones de autoridad y de poder, en el ámbito político, económico o social, a trabajar decididamente por la paz en Venezuela. Ese llamado es particularmente urgente en este año electoral, cuando se decidirá la dirección suprema del país, de gobernaciones y alcaldías. Es importante que haya una verdadera libertad política y de expresión, que no haya ningún tipo de violencia política. Es particularmente urgente que el Consejo Nacional Electoral actúe como árbitro verdaderamente imparcial, y que se garanticen condiciones de igualdad, equidad y transparencia para la realización de los próximos comicios. En este sentido, permítanme recordar la Declaración de la Conferencia Episcopal Venezolana ante los venideros procesos electorales, publicada el 19 de octubre de 2011. En esa Declaración los Obispos, como constructores de la Paz, pedimos al Consejo Nacional Electoral realizar todas las acciones necesarias para garantizar la igualdad y la transparencia en las elecciones.
Conclusión:
Mis queridos hermanos: ¡Feliz año¡ Que ese augurio amable y optimista, lleno de esperanza, se convierta en realidad para todos nosotros, para quienes sufren el dolor de la enfermedad, la prisión, -especialmente la prisión injusta-, la soledad, la indigencia, o la pérdida de algún ser querido, especialmente por la violencia asesina o los trágicos accidentes de tránsito. Nos solidarizamos y oramos por los que sufren, en particular con los presos políticos, para quienes solicitamos medidas de gracia. Que cada uno de nosotros se convierta en promotor de felicidad y en esforzado y activo constructor de la paz.
Para ello contamos con la ayuda de Dios, manifestada en Jesucristo, y con la amorosa protección de Santa María de Coromoto, madre de Dios y madre nuestra, cuya maternidad divina celebramos el 1 de enero. Participemos ese día y cada domingo en la Santa Eucaristía, para pedir la ayuda divina en nuestras vidas. Que caminando por el sendero de la virtud, iluminados por el esplendor de nuestra fe, busquemos la auténtica felicidad, escuchando y cumpliendo la Palabra de Dios. Que el Señor nos conceda a todos un año muy feliz.
Caracas, 30 de enero de 2011
Notas.
1. Lc 11,28; cfr. Jn 6,68
2. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 5.



Publicar un comentario

0 Comentarios